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Foto del escritorAlejandro Blanco

Abonos “descarbonizados”, ¿utopía o realidad?

Actualizado: 21 ago 2023


Fábricas liberando gases a la atmósfera

Recientemente, la propuesta del presidente de Colombia, Gustavo Petro, de convertir la hoja de coca en abono descarbonizado ha llamado la atención de los medios de comunicación e interesados en la transformación agrícola.


¿Qué tan realizable resulta esta idea? ¿Es una ingeniosa solución para reducir el negocio del narcotráfico y el de los fertilizantes sintéticos, al tiempo que contribuye con el cuidado del medio ambiente y el desescalamiento del conflicto armado en el país?


Nuestra experiencia con la idea de los abonos “descarbonizados”


Fabricar abonos con cero emisiones de carbono fue uno de los propósitos que perseguimos durante algún tiempo en nuestro proyecto de transición en Casa el Ocobo.


La idea inicial fue desarrollar una huerta familiar de autoconsumo que produjera comida orgánica, fertilizada con “abonos limpios”.


De esta forma, pretendíamos comer saludablemente, ganar seguridad alimentaria y, muy importante, depender menos de la comida cultivada a grandes distancias del lugar donde vivimos.


Para lograrlo, necesitabamos suelo, agua, sol y fertilizantes limpios.


Producir abonos descarbonizados implica, entre otras cosas, no usar energía contaminante durante la fabricación de los mismos. Todo para evitar la liberación a la atmósfera de CO2 que contribuya con el calentamiento global y el deterioro de los ecosistemas.


Al ser nuestra huerta relativamente pequeña (100 m²), pensamos que compostar los restos de poda y otros residuos orgánicos generados en nuestro terreno (de 2.100 m²) sería suficiente.


Lamentablemente, eso nos resultó muy difícil debido a que la producción de biomasa (la materia orgánica con lo que se hace el compost) no era muy abundante en nuestro terreno.


Con el tiempo encontramos maneras fantásticas de producir más biomasa en muy poco espacio. Aún así, nunca fue lo suficiente para satisfacer el 100% de nuestras necesidades.


Así que nos vimos obligados a recurrir a fuentes externas de materia rica en carbono y nitrógeno, que son los componentes básicos para fabricar un compost de excelente calidad. Y lo conseguimos, todo en un radio no mayor a seis kilómetros.


Pero justo aquí es donde está el problema: mover grandes cantidades de materia orgánica implica contar con medios de transporte motorizados, que queman gasolina para funcionar, arrojando contaminantes a la atmósfera y arruinando la idea de descarbonización.


Lo anterior es un problema con el qué lidiar, no solo para el acopio de material, sino también para la distribución del producto ya terminado, en el caso de las hipotéticas fábricas de abonos decarbonizados que propone Petro.


Los abonos descarbonizados son una ilusión (por ahora).


Entonces, ni a pequeña, ni a mediana, ni a gran escala es posible zafarse del uso de combustible fósil para fabricar abonos orgánicos.


Claro, yo podría compostar lo necesario para fertilizar un par de macetitas, o una mini huerta de aromáticas, por ejemplo. Pero lo que planteo acá es otra cosa, hablo de algo que resulte más sustancial a la hora procurar una seguridad alimentaria.


Vale la pena dejar claro que este no es un problema específico del abono, sino, en general, de cualquier producto que persiga los mismos ideales. Lo que cuestiona la idea de una supuesta economía descarbonizada.


Obvio, uno podría esquivar ese asunto si logra transportar cerros de material a punta de carretilla, a lomo de mula o en vehículos cuyos motores trabajen con "energía limpia" (solar, de hidrógeno, etc.)… Pero ni una ni otra alternativa nos resulta viable en este momento.


También está la opción de tener una buena extensión de terreno e implementar sistemas agroforestales (también conocidos como sintrópicos) o silvopastoriles.


Esto último se trata de crear sistemas integrales que proporcionan lo necesario para la fertilización del suelo, producción alimentaria y crianza de animales, todo en un mismo lugar. Dando forma a un tipo de economía circular, donde no hay desperdicios.


Aún así, muy pocas de estas iniciativas logran desligarse completamente del uso de combustibles fósiles... Siempre habrá por ahí una guadaña, un motocultor, una motosierra, una picadora, un pequeño tractor, una camioneta. En fin, un motor a gasolina que mueva alguna máquina.


Además, ni los proyectos agroforestales ni los silvopastoriles son fábricas de abono orientadas a la producción y venta de este producto. Si así fuera, habría un proceso lineal (en lugar de circular) que, en últimas, generaría un déficit de los nutrientes requeridos para su propio ecosistema.


Ni hablar de los “complejos industriales” que se construyen en la cabeza de Petro para la fabricación de abono orgánico. Esos sí que demandan energía fósil en grandes cantidades.


Ya existen muchas grandes fábricas de abono orgánico en diferentes lugares del mundo. Son impresionantes, producen cantidades ingentes de material a la semana, literalmente cerros de compost. Todo con la ayuda de maquinaria pesada, claro está.


Para los curiosos, pueden darle un vistazo a experiencias como Earth Care Farm, Arizona Worm Farm, en Estados Unidos; Agro organicos gaia, en Mexico; y Biomezclas, Granja Somos Gente, en Colombia.


¿Hacia dónde moverse?


El dilema es que aunque pensar en la creación de complejos industriales de abono orgánico o en una economía descarbonizada es una ilusión por ahora, tarde o temprano tendremos que enfrentar el hecho que el petróleo no es un recurso infinito.


Entonces, habrá que encontrar la forma de sostener la producción alimentaria para dar de comer a todos los habitantes del planeta. De eso depende no solo la estabilidad política mundial, sino la subsistencia de los cerca de 10.000 millones de habitantes que seremos en las próximas tres décadas.


Quienes depositan su fe en la ciencia esperan tranquilamente el advenimiento de un “milagro tecnológico”, que termine salvándonos a todos en el último momento, como sucede en las películas de Hollywood.


Tal vez lo que habría que hacer entre tanto sería reducir al máximo nuestro consumo energético, descentralizar las fuentes de recursos claves para la subsistencia (lo que incluye el abono orgánico), estimular el surgimiento de pequeñas unidades productivas en cada localidad.


Y, finalmente, aprender a vivir con las contradicciones que nos impone el momento actual, como la de desear un mundo postcarbono mientras que seguimos haciendo uso de hidrocarburos para subsistir.


En fin, son algunas ideas.

1 Comment


Guest
Aug 22, 2023

seria bueno ir pensando en cómo lograr cerrar el ciclo en un entorno lo suficientemente pequeño, que permitiera la autosuficiencia por lo menos alimentaria, de momento se me ocurre eso


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